Desde que llegué a Soria de Inglaterra hace seis meses, todo el mundo me había hablado de las fiestas de San Juan. “Te van a gustar seguro” dicen, “¡es una locura!”… Pero yo no estaba muy convencido hasta el inicio oficial de las fiestas el domingo pasado, día en el que se celebró el Catápan.
No podría creer que tantas personas saliesen tan pronto para beber y bailar por las calles, pero la verdad es que los sorianos estaban preparados para el comienzo de sus fiestas. A pesar del pesimismo que predomina en la sociedad actual por la crisis, la llegada de este día se unió a una comunidad de una manera que nunca antes había visto en mi vida.
Mis amigos siguen explicándome los orígenes de los pre-sanjuanes, pero no me convencen. A mi modo de ver, se trata de una excusa para celebrar más días de jolgorio. Pero, quizás algún día, llegue a comprender el sentido de estas costumbres y tradiciones.
En Gran Bretaña el botellón está asociado a la violencia y alteración del orden. De hecho, parece un poco agresivo ver un grupo de jóvenes bebiendo por la calle, pero aquí no sucede lo mismo, sino que percibe de distinta forma, como algo natural y cotidiano.
Fiestas así no existen en mi país. Lo de las cuadrillas, las botas y las verbenas son rasgos propios de la cultura que quería experimentar desde el principio de mi estancia. Antes de los próximos “previos” tengo que practicar las técnicas para aprender a tragar y así beber el vino de la bota y unirme a los “trenecitos”. Poco a poco, me acostumbraré a esta manera tan diferente de celebrar las fiestas como un soriano más.
No obstante, sí hubo algo que me desilusionó un poco: el ver una chica muy joven empapada en su propio vómito. Esta imagen no representa lo que yo asociaba con el espíritu de las fiestas españolas. Es una pena que los jóvenes no conozcan su límite y arruinen un día de fiesta, así como la diversión de otros.
A pesar de esta excepción, observé una conducta muy responsable y divertida. El ambiente acogedor junto con la música típica de las bandas, las bebidas que estaban circulando, la gente risueña y jovial conformaron una unidad insólita. A pesar del refrán “Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”, el buen tiempo nos acompañó y permitió que disfrutáramos de una tarde-noche mágica, típicamente soriana.
¿El Catapán me estimuló el apetito para sanjuanear en junio? ¿Estoy preparado para una semana de “fiestón” como el del domingo pero multiplicado por diez? Este guiri cree que sí.
Did you understand any of that? No? Okay, here’s a quick English summary:
So, a couple of Sundays ago, the official start of the local Sorian fiestas, Catápan, happened. Soria was split into 12 cuadrillas (or neighbourhoods) and each one had a mini-concert, a verbena, like the one in the picture above. It seemed like the entire Sorian population was out drinking free wine and eating salted cod and cheese: it was utter chaos, but the atmosphere was incredible. There were people of all ages drinking, dancing and just generally having a great time, casually getting day-drunk. It was a typical Spanish experience (that was happily witnessed by my visiting aunt and uncle) that would be unthinkable back home in the UK where young people don’t really know their limits and things can get aggressive under the influence of alcohol. Here in Spain, however, everything was wonderful, safe and responsible. It certainly whetted my appetite for the arrival of the main fiestas, SanJuanes, later in June, although I’m not sure how I’ll survive Catápan x10 everyday for 7 days…